Se establece en suelos pobres o degradados; a menudo pantanosos y mal drenados en ambas cordilleras, como los ñadis, donde otras especies encuentran muchas dificultades para sobrevivir. El suelo de Contao es descrito como suelo volcánico (Peralta et al. 1982); estos suelos presentan un alto contenido de materia orgánica, pH bajo entre 4 y 5,1 aumentando en profundidad, y presenta un arraigamiento mayor que en los suelos de la Cordillera de la Costa, aunque en algunos suelos más evolucionados se presenta una capa de fierrillo impidiendo el buen drenaje. En la cordillera de la costa, el alerce crece sobre suelo podzolizado y con pH bajo cercano a 5,0 (Peralta el al. 1982). Estos suelos son delgados a muy delgados.
El alerce es un árbol adaptado para crecer en suelos pobres y delgados, en arenas volcánicas o en pantanos, hábitat donde encuentra poca competencia con otros árboles. La regeneración del alerce muchas veces coincide con alteraciones catastróficas naturales, como erupciones volcánicas o grandes derrumbes de tierra y rocas. Allí los alerces son colonizadores exitosos, principalmente a partir de plántulas germinadas de semillas.
El régimen climático donde habita el alerce es del tipo templado oceánico (Donoso 1981, 1993); se caracteriza por temperaturas medias moderadas cercanas a 10ºC, sin grandes oscilaciones y precipitaciones entre los 4000 y 5000 mm, distribuidas a lo largo del año con una disminución en los meses de verano, presentándose en los meses de invierno precipitación en forma de nieve sobre los 700 m.s.n.m. en ambas cordilleras (Donoso 1981).
De acuerdo a datos del catastro y citados por Del Fierro & Panzel (1998) existen alrededor de 264.993 ha, lo que equivale a un área de ocupación de 2.649,9 km2. Actualmente quedan unas 260.000 ha de bosques de Alerce, menos de la mitad de la superficie que originalmente existía. De esa cifra, sólo 17% (42 mil hectáreas) se encuentran protegidas en el Sistema de Áreas Protegidas del Estado (SNASPE) (Serra 2005). |