Durante el siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII se lo mencionaba como una especie común en ambas islas, sin embargo, el aroma y cualidades de su madera (blanquecina con centro rojizo), originaron su masiva e irresponsable explotación. La presión fue tan intensa, que en menos de 150 años desde su descubrimiento, la especie ya era muy escasa. De hecho, durante la primera mitad del siglo XIX la especie siguió siendo exportada, pero en gran parte a partir de madera de árboles muertos. Para mediados del siglo XVIII se lo mencionaba como extinto, pero en 1882, se redescubrieron unos escasos ejemplares. Sin embargo, no en cantidad suficiente para asegurar su supervivencia, siendo 1908, el año en que se observó un último árbol, que crecía en el sector de Puerto Inglés en la Isla Robinson Crusoe, presumiendo que la extinción de la especie ocurrió entre 1910 y 1916. El sándalo se transformó así, en un ícono de la extinción a la que se puede conducir una especie, debido a la sobreexplotación y la irracionalidad del uso por el hombre. Hoy en día los isleños, e incluso varios investigadores, sueñan con redescubrir la especie. Esto se ha visto reavivado con el descubrimiento realizado en 1990 en la Isla Alejandro Selkirk de algunos restos de madera no fosilizada, más aún considerando lo inaccesible de algunos sitios en esa isla, no obstante, a pesar de todas las prospecciones realizadas en los últimos años, no se ha observado ejemplar alguno de la especie. |