Las tortugas marinas son animales migratorios que habitan distintos hábitats dependiendo de la etapa de vida en la que se encuentren. Las principales colonias reproductivas de la tortuga negra se encuentran en Galápagos, Ecuador, y hacia el norte de Michoacán y las Islas Revillagigedo en México (Chassin-Noria et al., 2004). Luego de la eclosión, los neonatos pasan de estas zonas a áreas pelágicas, y luego se establecen en áreas neríticas para alimentarse. En estas zonas de alimentación los juveniles permanecen hasta alcanzar la madurez sexual (Luschi et al., 2003). Una vez alcanzada la edad reproductiva migran, aproximadamente cada tres años,  desde su área de alimentación a su lugar natal para reproducirse (Bowen et al., 1992; Carr y Ogren, 1960; Eckert et al., 2000).

Su distribución en el Pacífico Oriental se limita al norte por la Bahía de San Diego, California, Estados Unidos, donde su presencia se asocia a la zona de descarga de aguas cálidas de la planta termoeléctrica San Diego Gas and Electric Company (Mcdonald y Dutton, 1990; Mcdonald et al., 1994; Stinson, 1984). Su límite austral corresponde al norte de Chile, en Bahía Salado (Brito et al., 2014). Sin embargo hay numerosos registros de avistamientos de tortugas negras en el sur de Chile, incluyendo Chiloé (Chandler, 1991), Isla Desolación (52°S) e incluso Isla Navarino (55°S). La especie además ha sido descrita en islas oceánicas como Juan Fernández e Isla de Pascua (Brito, 1998).

Si  bien antes se pensaba que la presencia de tortugas marinas en Chile se debía al efecto del Niño o a desorientación de sus rutas migratorias (Donoso-Barros, 1961; Formas, 1976; Philippi, 2012), actualmente se sabe que su presencia en el territorio nacional se debe a que éste corresponde a un hábitat de alimentación para C. mydas (Brito et al., 2014). Hasta la fecha se han registrado al menos seis zonas de congregación naturales para esta especie en el norte.

Chelonia mydas presenta una fuerte filopatría o fidelidad a sus sitios de anidación (Bowen et al., 2004; Limpus et al., 1992; Meylan et al., 1990), asociada a un ciclo de vida marcado por extensas migraciones. Por otro lado, varios autores han confirmado que estas especies además presentan una alta fidelidad por sus zonas de alimentación (Broderick et al., 2007; C.R.C, 1997; Limpus et al., 1994). Llegando a estar décadas alimentándose en el mismo lugar (Bolten, 2003). 

La presencia del morfo negro de C. mydas en el norte de Chile ha sido reportada desde 1782 hasta nuestros días. Aun cuando al especie se ha registrado a lo largo de toda la costa chilena desde Arica (Lat 18º 20` 55”) a Chiloé (Lat 42º 28` 16”), en el norte del país existen congregaciones costeras naturales de tortuga negra que permanecen durante todo el año alimentándose.

Este hecho señala la importancia de profundizar en las medidas de manejo y conservación especialmente en el norte de Chile, con el fin de asegurar la sobrevivencia de ejemplares que deben retornar a los sitios de nidificación para dar continuidad a la existencia de sus poblaciones.

Las principales colonias reproductivas de la tortuga negra se encuentran en Galápagos, Ecuador, y hacia el norte de Michoacán y las Islas Revillagigedo en México (Chassin-Noria et al., 2004). Luego de la eclosión, los neonatos pasan de estas zonas a áreas pelágicas, y luego se establecen en áreas neríticas para alimentarse. En estas zonas de alimentación los juveniles permanecen hasta alcanzar la madurez sexual (Luschi et al., 2003). Una vez alcanzada la edad reproductiva migran, aproximadamente cada tres años,  desde su área de alimentación a su lugar natal para reproducirse (Bowen et al., 1992; Carr y Ogren, 1960; Eckert et al., 2000).

Según estudios hoy en día se sabe que esta especie se encuentra en Chile porque es un habitat de alimentación.

La presencia del morfo negro de C. mydas en el norte de Chile ha sido reportada desde 1782 hasta nuestros días. Aun cuando al especie se ha registrado a lo largo de toda la costa chilena desde Arica (Lat 18º 20` 55”) a Chiloé (Lat 42º 28` 16”), en el norte del país existen congregaciones costeras naturales de tortuga negra que permanecen durante todo el año alimentándose.

Si  bien antes se pensaba que la presencia de tortugas marinas en Chile se debía al efecto del Niño o a desorientación de sus rutas migratorias (Donoso-Barros, 1961; Formas, 1976; Philippi, 2012), actualmente se sabe que su presencia en el territorio nacional se debe a que éste corresponde a un hábitat de alimentación para C. mydas (Brito et al., 2014). Hasta la fecha se han registrado al menos seis zonas de congregación naturales para esta especie en el norte.

Puede habitar tres tipos diferentes de hábitat, áreas pelágicas (zonas donde convergen los juveniles), playas con fuerte oleaje (sitios de nidación), y  áreas costeras poco profundas (adultos). Las mayores colonias de nidificación de Ch. mydas se encuentran en las Islas Ascensión, Isla Aves, Costa Rica, Nueva Caledonia, Queensland Australia, Surinam, Bahía de Maruata, México e Islas Galápagos (http://seamap.env.duke.edu/). En Chile, en especial en las costas de Antofagasta y Mejillones el hábitat preferido corresponde a áreas costeras poco profundas con abundancia de algas y  con aguas cálidas producto de la presencia de una termoeléctrica que vierte aguas en dichos sectores. El área de ocupación en la costa de Chile alcanza los 144.628 km2.

La Playa Chipana (Región de Tarapacá) y Playa El Chinchorro (Región de Arica y Parinacota) se caracterizan por ser playas de arena de poca profundidad y en general poca energía (olas débiles), con presencia de praderas de algas y temperaturas 1-2 grados superiores al entorno.

En el caso de playa Chipana existen varios informes a SERNAPESCA en los cuales se ha informado sobre el registro de cadáveres encontrados en ese sector (Sielfeld & Salinas, 2002). Ahí se ha dado cuenta de 76 cadáveres registrados en el período 2001-2002 (todas ellas hembras, excepto 1 macho). Otros 15 cadáveres fueron registrados en el periodo 2003-2005. Posteriormente nunca se vieron los avistamientos frecuentes como antes de 2001 y tampoco se encontró nuevos cadáveres. Queda la percepción de que gran parte de la población que recurría a alimentarse en ese sector ha sido exterminada. La mayoría de los cadáveres presentó daños atribuibles a la pesca de cerco, fundamentalmente del sector artesanal (que operaba ilegalmente dentro de la bahía).   

En el caso de playa Chinchorro, la presencia de tortugas se limita al sector La Puntilla (ver mapa adjunto). En el sector Playa Las Machas la presencia es solo ocasional.

El sector La Puntilla es una playa de arena con bolones, sobre los cuales se forma una pradera extensa de algas verdes y café, que representan el alimento de las tortugas. La presencia de la pradera en este sector tan particular y restringido, aparentemente tendría relación directa con los nutrientes y sedimentos depositados por las bajadas periódicas (cada 2-3 o más años) del rio San José, los cuales son paulatinamente removidos, distribuidos y transportados por el tren de olas que enfrenta el sector en forma desde el oeste (observaciones personales, Proyecto FIC/Gore Arica y Parinacota 2011-2014).

Las tortugas marinas son animales migratorios que habitan distintos hábitats dependiendo de la etapa de vida en la que se encuentren. Las principales colonias reproductivas de la tortuga negra se encuentran en Galápagos, Ecuador, y hacia el norte de Michoacán y las Islas Revillagigedo en México (Chassin-Noria et al., 2004). Luego de la eclosión, los neonatos pasan de estas zonas a áreas pelágicas, y luego se establecen en áreas neríticas para alimentarse. En estas zonas de alimentación los juveniles permanecen hasta alcanzar la madurez sexual (Luschi et al., 2003). Una vez alcanzada la edad reproductiva migran, aproximadamente cada tres años,  desde su área de alimentación a su lugar natal para reproducirse (Bowen et al., 1992; Carr y Ogren, 1960; Eckert et al., 2000).

Distribución de Provincias en Chile

Distribución de Territorios Especiales en Chile

Áreas Protegidas donde la Especie ha sido Reportada

Introducción

La especie es conocida mundialmente como “Tortuga comestible” por lo que ha sido objeto de una fuerte captura tanto de adultos (por su carne) como de los huevos. De esta manera, la sobreexplotación a que ha sido objeto, esta provocando un fuerte decline poblacional, dado que se están  capturando las hembras que emergen a las playas a nidificar, junto con sus nidadas, con el consiguiente doble efecto, que  elimina a los adultos reproductores, así como a la progenie. Para las especies de gran longevidad los efectos de este tipo de actividad son muy drásticos  (Groombridge, 1982)  

En general las tortugas  se ven amenazadas en forma directa por actividades humanas como la pesca de individuos, la matanza de hembras en playas de anidación y el saqueo de huevos (Lutcavage et al. 1997). Además, se ven afectadas negativamente por actividades humanas no dirigidas a ellas, como la contaminación de sus hábitats, la captura en las redes de arrastres como fauna acompañante por los barcos industriales e incluso en las redes agalleras, por palangres e incluso en anzuelos que son utilizados en las actividades de pesca artesanal (Lagueux et al. 2003). 

Amenazas actuales y potenciales para el morfotipo negro:

-       En el Pacífico Oriental:

La contaminación marina (Read et al., 2014), especialmente con residuos plásticos (Awabdi et al., 2012; Macedoi et al., 2011), pesca incidental (C.R.C, 1997; De Paz et al., 2002; Donoso y Dutton, 2010; López-Mendilaharsu et al., 2007), pérdida y fragmentación de hábitat (M.T.S.G., 1996; Read et al., 2014; Valente et al., 2011), colisión con embarcaciones (N.M.F.S, 1998), caza furtiva para el comercio de caparazones y/o consumo de carne (Brito, 2001; De Paz et al., 2002; Meylan, 1999; Parga et al., 2015), desarrollo costero (Lemons et al., 2011), entre otros.

-       En Bahía Salado:

Las principales amenazas que han sido identificadas para esta especie en Bahía Salado son la pesca incidental, la polución marina y los proyectos de desarrollo costero (Brito et al., 2014), las cuales hasta la fecha aún no han sido cuantificadas.

Los esfuerzos para recuperar las poblaciones regionales de esta especie se han visto obstaculizados por la falta de información sobre su biología, en particular, en áreas de alimentación (Lemons et al., 2011). Estas áreas son prioritarias para la conservación de tortugas marinas, ya que en éstas pasan la mayor parte de su vida (Amorocho et al., 2012; Eckert et al., 2000; Luschi et al., 2003; Meylan, 1982; Monzón-Argüello et al., 2010).

Sin Información.