Los humedales en Chile están bajo una fuerte presión antrópica que busca su conversión acelerada a sistemas agrícolas productivos, recreacionales e inmobiliarios, principalmente; a esto se suma la fuerte presión por contaminación industrial y doméstica (Simeone 2012). En el centro y sur de Chile, los humedales están sujetos a perturbaciones de origen antrópico debido al uso de suelo (ej. plantaciones forestales exóticas; contaminación específica y difusa), resultado en alteraciones de su estructura y funcionalidad (Muñoz & Merino 2014).
Figueroa et al (2009) aplicaron el índice del estado de conservación de ecosistemas lénticos someros (ECELS, propuesto por la Agencia Catalana del Agua 2004), que considera una serie de parámetros físico-químicos y biológicos, para evaluar la situación de 20 humedales de las regiones de Coquimbo y de Valparaíso, observando que el 65% de ellos (13) tuvieron una condición de regular a muy pobre, lo que sería manifestación de las presiones a que se encuentran sometidos este tipo de ambientes.
De acuerdo con un estudio del estado ecológico de 12 cuencas, la del Maipo-Mapocho es una de las que presentó la peor calidad ecológica, seguida por las cuencas de los ríos Elqui, Limarí y Aconcagua (Ministerio del Medio Ambiente 2013). Las cuencas Mapocho-Maipo y Aconcagua son las cuencas donde se encuentran los humedales que concentran las mayores abundancias de Anas bahamensis, Spatula platalea y Heteronetta atricapilla en el país.
De acuerdo con Fariña et al (2012) actualmente, pese a los planes de manejo, el humedal El Yali está presionado por una serie de amenazas que ponen en riesgo su biodiversidad; de hecho el estudio realizado por CODESSER (2009) reconoce una serie de amenazas para este humedal costero, destacando: extracción de agua subterránea y desviación de cursos de agua para uso agrícola e industrial; gran expansión urbana: contaminación y eutrofización de las aguas de esteros, lagunas y vegas; reducción de vegetación nativa por incendios, prácticas agrícolas, ganaderas y forestales; cazadores furtivos; ingreso de vehículos doble tracción; vuelos rasantes de aeronaves civiles y militares que ahuyentas las aves; y, instalación de cableado eléctrico que causa colisión de aves.
En el mismo complejo del Humedal El Yali, para la laguna Matanza el desvío de aguas ha sido definido como uno de los responsables de una disminución en su nivel en un 50%, lo que ha tenido como resultado pérdida del hábitat hidrófilo que lo rodea y mortalidad importante de rana grande chilena (Acuña et al 2014). |