Forma basidiomas desde abril hasta finales de mayo (Valenzuela 2003). La reproducción sexual corresponde al ciclo de vida común de los Basidiomycetes: germinación de esporas haploides sobre un sustrato determinado, con la posterior formación de un micelio primario haploide. Dos micelios haploides compatibles se fusionan en un proceso denominado somatogamia, formando un micelio secundario dicariótico. El micelio dicariótico forma basidiomas bajo condiciones ambientales propicias (Webster & Weber, 2007). Ausencia de fíbulas. En los basidios (esporangios) ocurre la cariogamia y la meiosis, generando cuatro esporas haploides, que después de ser liberadas mediante un mecanismo de catapulta de tensión superficial (Webster & Weber, 2007), se dispersan por vía aérea (anemocoría).

Sobre suelo en bosque de Nothofagus, específicamente bajo Nothofagus dombeyi y Nothofagus obliqua (Horak 1977; Garrido 1985). También se ha reportado en asociación con Nothofagus alessandri, N. dombeyi, N. alpina y N. glauca.

Distribución de Provincias en Chile

Distribución de Territorios Especiales en Chile

Áreas Protegidas donde la Especie ha sido Reportada

Introducción

Las amenazas contra la conservación de los hongos son, esencialmente, las mismas que afectan a los animales y las plantas, incluyendo la degradación, pérdida y fragmentación de los hábitats naturales, sobreexplotación, el cambio climático, y la acumulación de nitrógeno y otros contaminantes (Dahlberg et al. 2010; Moore et al. 2008; Hunter & Gibbs 2007; Sala et al. 2000). En caso de hongos formadores de simbiosis micorrícica como Boletus loyita, la tala de sus árboles hospederos específicos (Nothofagus spp.) es particularmente grave, dado que el hongo de esta forma pierde la base de su alimentación, sin posibilidad de sobrevivir.

Muchas especies han disminuido sus niveles poblacionales hasta un punto crítico, hábitats importantes están siendo destruidos, fragmentados o degradados, y los ecosistemas están siendo desestabilizados debido al cambio climático, la contaminación, la introducción de especies invasoras, el cambio de uso de suelos y otros factores antrópicos (Dalhberg & Mueller 2011 ). Las poblaciones perturbadas son más propensas a tener un bajo número de individuos, y por tanto poseen una menor probabilidad de dispersarse, imposibilitando la modificación de su rango geográfico en respuesta al cambio climático. Asimismo, con la alteración antropogénica del paisaje con caminos, terrenos de cultivo y zonas urbanas las opciones de colonizar hábitats idóneos para un propágulo se ven reducidas. Esto es particularmente cierto en especies con rangos geográficos pequeños o especies con requerimientos de hábitat altamente específicos, dado que un evento ambiental como una catástrofe determinada -incendios, erupciones, entre otros- o un cambio gradual -competencia, especies invasoras- pueden vulnerar la estructura poblacional de la misma (Hunter & Gibbs 2007).